Proyecto Hombre, 40 años construyendo futuros en Málaga

Escrito el 14/10/2025

La Fundación CESMA y su obra Proyecto Hombre Málaga cumplen 40 años de acción, y lo han celebrado con una jornada donde profundizar en la vulnerabilidad humana en las adicciones con la ayuda del experto Arun Mansukhani. El acto conmemorativo ha tenido lugar en el auditorio Edgar Neville el 28 de octubre desde las 9.30 horas y ha contado con la presencia del obispo de Málaga, Don José Antonio Satué, en la clausura, y de su predecesor, Don Jesús Catalá, en la primera parte.

La inauguración de la jornada ha contado con la presencia institucional de autoridades de la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Málaga, la Diputación de Málaga, la Asociación Proyecto Hombre y la Fundación CESMA, entre ellos, el obispo emérito de Málaga, Don Jesús Catalá, presidente del patronato desde que inició su episcopado, quien ha recordado los inicios, la historia y el trabajo realizado en estas décadas de tanto fruto.

Por su parte, en la clausura, Don José Antonio Satué ha querido abordar el agradecimiento por la labor realizada y ha mirado al futuro y destacado que, aunque de carácter aconfesional, Proyecto Hombre cuenta con las parroquias como espacio de encuentro para aquellas personas que lo necesitan. 

En la jornada se ha dado un avance de un documental que refleja los logros de Proyecto Hombre y la ponencia de Arun Mansukhani, licenciado en Psicología por la Universidad de Málaga y especialista en Psicología Clínica, Sexologúa e Hipnosis Clínica, quien ha abordado el tema: «Entendiendo el tejido de la vulnerabilidad».

Tras su ponencia, tuvo lugar la Mesa Redonda "40 años proyectando futuros", que fue moderada por el periodista Francisco J. Cristófol.

PROYECTO HOMBRE MÁLAGA

Proyecto Hombre Málaga es un centro de prevención, rehabilitación y reinserción de personas con adicciones en Málaga que existe gracias a la Fundación CESMA (compuesta por el Obispado de Málaga, Amigonianos y Asociación Horizonte). En Proyecto Hombre Málaga se abordan profesionalmente las adicciones a través de un método biopsicosocial que persigue la maduración y el crecimiento de la persona, una metodología que cree que las adicciones son un síntoma de un problema que reside en ella. 

Componen el equipo 30 profesionales, 19 mujeres y 11 hombres, formados en su amplísima mayoría en áreas educativas, sociales, sanitarias y legales. Por otro lado, se cuenta con un voluntariado de 91 personas, formado por 49 mujeres y 42 hombres. De este equipo, el 40% tiene estudios universitarios.

El 30 de octubre celebran en Casa Diocesana Málaga un acto de graduación en el que terminan proyecto numerosos usuarios. Uno de ellos es Alejandro González. «Cuando llegué, me encontraba en una situación muy complicada. Mi vida estaba marcada por la adición y decisiones destructivas que me habían alejado de mis seres queridos y de mí mismo. Sentía que había tocado fondo y que no podía seguir viviendo así. Aunque me costaba reconocerlo, sabía que necesitaba ayuda y que tenía que cambiar de estilo de vida. Si no perdería todo lo que tenía, familia, amigos, pareja e hijos».

Ahora que ha conseguido salir adelante, Alejandro explica que confió en ellos porque «es un programa con una trayectoria larga, sólida, con profesionales y voluntarios comprometidos y con una calidad humana insuperable y donde uno se siente acompañado en todo momento. Lo que más me sorprendió y a la vez me convenció fue que no solo se centraban en el consumo, sino en las personas, en sus emociones, sus historias y sus heridas. Proyecto Hombre no solo me ofreció un tratamiento personal, me ofreció una oportunidad de vida. El cambio no se consigue y ya está, es algo que se trabajada cada día».

El caso de Ana Muñoz no tiene que ver con adicciones. Ella se gradúa este año en el programa Alaia (“alegre" en euskera), el más novedoso de Proyecto Hombre Málaga, un espacio dirigido a mujeres que sufren trastorno depresivo persistente, con el objetivo de mejorar su calidad de vida y ayudarles a superar la depresión. Este programa inició su andadura en Málaga en 2018 y su duración es de aproximadamente 12-14 meses. Ella llegó al programa apenas sobreviviendo. «Vivía encogida por el peso de la pena y la tristeza, que me impedían andar erguida. Esa era la sensación que yo tenía, una sombra doblada sobre sí misma. Durante años estuve en ese estado, tras recibir el diagnóstico de un trastorno ansioso-depresivo, que la medicación del psiquiatra lograba atenuar, pero nunca sanar por completo», cuenta. Su proceso ha durado año y medio, pero ahora considera que al fin «soy libre. He encontrado una paz que nunca antes había sentido. Francisco, el psicólogo del programa, me recordó que soy una mujer fuerte y valiente, y por fin me lo creí. Hoy camino con paso firme, erguida. Me miro al espejo, me gusta lo que veo, estoy orgullosa de ella. Recuperé la sonrisa que creía perdida. Vivo el presente, sin intentar arreglar lo que yo no rompí. Acepto, suelto y disfruto cada instante».

Lo que más destaca Ana del programa es lo que implica, y que refleja su nombre: alaia. «Destacaría muchas cosas, pero ante todo el significado de alaia: alegría, en vasco. Fue Miriam, mi terapeuta, quien me lo contó en nuestra primera entrevista, y aquel detalle, tan simple y luminoso, me hizo pensar que aquel era mi sitio. Por primera vez sentí que alguien me escuchaba de verdad, que comprendía lo que había detrás de mis silencios.  Supe entonces que ese era mi lugar: un espacio seguro, donde podía ser yo misma, sin miedo, donde la palabra alegría no era una meta lejana, sino una promesa posible».