Como cada final de curso se apuntan cambios. No sólo en las parroquias, sino también en las vidas de muchas personas. Estudiantes que se presentaron a la EBAU y dependiendo de las notas cogerán una carrera u otra, padres que se plantean dónde matricular a sus niños, sacerdotes que cambiarán de destino, trabajadores que tendrán otro trabajo…
Todos los cambios, incluidos los que se perfilan en el horizonte, están llamados a ser vividos desde la serenidad y la confianza en Dios providente. Sí, la Providencia nos acompaña; en los cambios, el cuidado, y la previsión de Dios, que va por delante de nosotros, es garantía de estabilidad. Sabemos en manos de quién hemos puesto nuestra confianza. Con esa certeza hagamos una lectura creyente de la realidad que permita, confiados en Dios, asumir lo que está por llegar como oportunidad nueva y única. La vida es un proceso continuo que estamos convocados a vivir iluminados por la fe.