Homilía de Mons. Jesús Catalá durante la Eucaristía celebrada en la Catedral con motivo de la Coronación Canónica de la imagen de la Divina Pastora de las Almas.
CORONACIÓN CANÓNICA DE LA IMAGEN DE LA DIVINA PASTORA DE LAS ALMAS
(Catedral-Málaga, 5 octubre 2024)
Lecturas: Dt 8, 7-18; Sal: 1Cro 29, 10-12; 2 Co 5, 17-21; Mt 7, 7-11.
(Témporas de octubre).
1.- La Iglesia celebra hoy las Témporas, recordando con agradecimiento los bienes recibidos de Dios al finalizar la recolección de las cosechas. Es una tradición heredada del judaísmo.
El pueblo de Israel, tras la salida de Egipto y peregrino hacia la Tierra prometida, sueña con abundantes frutos: «Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y veneros» (Dt 8, 7); «tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares y de miel» (Dt 8, 8); «tierra (…) en que no carecerás de nada; entonces comerás hasta saciarte, y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado» (Dt 8, 9-10).
La comunidad cristiana parroquial de la Divina Pastora en Málaga se alegra por los bienes recibidos de Dios, porque todo lo recibimos de él; y le da gracias por tantos beneficios. Y de modo especial le agradece la coronación de la imagen de su Patrona, la Divina Pastora, Reina de los cielos, que ha entrado por primera vez en la Catedral de Málaga.
Repetid la frase: “Gracias, Señor, por todos los bienes recibidos de tu bondad”.
2.- La devoción a la Divina Pastora de las Almas en Málaga surgió en la primera mitad del siglo XVIII de la mano del capuchino Fray Isidoro de Sevilla. En 1741 ya estaba en el convento de los capuchinos de Málaga la actual imagen, atribuida al escultor sevillano José Montes de Oca. Y en 1771 el beato capuchino Fray Diego José de Cádiz, cuya reliquia hemos incensado al inicio de la Misa, fundó la Congregación de la Divina Pastora de las Almas.
Como suele suceder en la vida de las instituciones, en los siglos XIX y XX la Congregación tuvo una actividad intermitente, a causa de las vicisitudes históricas, que siempre marcan la vida y el proceso de las hermandades y cofradías: la invasión francesa y consiguiente abandono de los frailes capuchinos en 1810; la mal llamada Desamortización de 1835; los trágicos sucesos de la persecución religiosa de 1931 y la Guerra Civil (1936).
A finales del siglo XIX el obispo de Málaga, hoy beato Marcelo Spínola y Maestre, mantuvo la devoción a la Divina Pastora, cediendo el antiguo convento capuchino a las Madres Clarisas en 1889, que han permanecido desde entonces y que hoy nos honran con su presencia en esta celebración. La Congregación fue reorganizada en 1948, siendo la espiritualidad franciscana una característica de esta devoción.
Damos gracias a Dios por la presencia de la devoción a la Reina de Capuchinos, prácticamente ininterrumpida en este barrio malagueño.
3.- La Divina Pastora de las Almas está considerada desde tiempo inmemorial como patrona del barrio de Capuchinos de Málaga, cuya imagen se encuentra también en varios lugares de la zona en retablos cerámicos y pequeñas capillas.
Su devoción viene expresada asimismo como Patrona del Deporte, desde mediados del siglo pasado, con la ofrenda floral que entidades deportivas le tributan.
Diversas celebraciones jalonan el curso litúrgico en honor a Ella: la novena, la salida procesional, los actos de piedad, la “sabatina”, el rezo del rosario, la presentación de los niños bautizados en el último año. Todo ello son muestras de cariño hacia la Madre y signos de agradecimiento de la grey a su Divina Pastora. ¡Mantened, queridos miembros de la Congregación, estas devociones!
A finales de 2019, autorizamos desde el Obispado el inicio del expediente para la coronación canónica de la imagen de la Divina Pastora y firmamos el Decreto el 8 de marzo de 2023.
Hoy, pues, queridos pastoreños, es un día grande y gozoso para la parroquia, para la Congregación y para todo el barrio de Capuchinos, al coronar a su Patrona. Damos gracias a Dios, que nos concede esta gracia, y agradecemos toda la larga historia de esta devoción mariana.
Repetid la frase: “Gracias, Señor, por la coronación canónica de la Divina Pastora”.
4.- La imagen de la Virgen María tiene sobrados motivos para ser coronada. Ella es, ante todo, Madre del Redentor. Ella es la Virgen, que concebirá y dará a luz un Hijo, cuyo nombre será Emmanuel, es decir, «Dios con nosotros» (cf. Is 7, 14; Mq 5, 2-3; Mt 1, 22-23). Desde el primer instante de la Encarnación de Jesucristo, el Hijo de Dios e hijo de María, la Virgen ha vivido compartiendo la misión de su Hijo y acompañándolo en su ministerio sacerdotal.
La Santísima Virgen, como nueva Eva, por designio eterno de Dios tiene una relevante participación en la obra salvadora de Jesús. Ella se unió a la acción redentora de su Hijo Jesucristo, el nuevo Adán, que nos redimió y nos adquirió para sí; no con oro, ni plata efímeros, sino a precio de su sangre, como dice la Escritura (cf. 1 Pe 1, 18-19); e hizo de nosotros un Reino para nuestro Dios (cf. Ap 5, 10). Por eso ella es Reina de los cielos.
5.- María es miembro eminente de la Iglesia. Ella, intensificando su amor a Dios, se hizo digna de la “corona de justicia”, que el Señor, justo juez, entrega (cf. 2 Tm 4, 8); se hizo digna de «la corona de la vida, que ha prometido el Señor a los que le aman» (St 1, 12); se hizo digna de «la corona de gloria, que no se marchita» (1 Pe 5, 4), prometida a los fieles discípulos de Cristo.
La Divina Pastora comparte la solicitud del Hijo Jesucristo, que es el Buen Pastor, que conoce a sus ovejas, las lleva a pastos abundantes y a manantiales de aguas vivas.
Contemplando su imagen vemos que su mano derecha acaricia la cabeza de una ovejita, símbolo del cariño que la Virgen tiene con cada uno de nosotros, pequeñas ovejas del redil del Buen Pastor; Ella nos acaricia y nos mima a seguir al Buen Pastor para tener mejor vida.
El presbiterio, como veis, ha sido bien adornado hoy como merece la Divina Pastora, como un ambiente campestre, reverdecido, bucólico y pastoril.
Ella, «terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y ensalzada por el Señor como Reina del universo» (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 59). Desde allí ejerce su pastoreo, unido al de su Hijo, el Buen Pastor; desde allí nos acompaña en este valle de lágrimas.
¡Atención a los que buscan la felicidad en este mundo! ¡No la van a encontrar, porque está en la otra vida, de la que somos verdaderos ciudadanos! La Virgen sufrió con su Hijo en vida temporal, hasta verlo morir en la cruz. ¡No nos hagamos ilusiones, queridos cristianos, congregantes, cofrades y pastoreños!
Hemos de aceptar esta vida tal como es, fruto del pecado del ser humano; pero hemos sido redimidos y esperamos la tierra nueva y el cielo nuevo, donde la Virgen nos espera. Desde allí, nos cuida maternalmente como Divina pastora, cura nuestras heridas, nos consuela en las penas y enjuga nuestras lágrimas.
Repetid esta frase: “Divina Pastora de las almas, cuídanos con tu Hijo, el Buen Pastor”.
6.- El evangelista Mateo nos ha recordado las palabras de Jesús: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá» (Mt 7, 7).
Hoy pedimos a la Divina Pastora que la coronación de su imagen deje en nosotros una huella imborrable, que nos recuerde siempre que somos sus hijos amados, sus pequeñas ovejas, y que debemos corresponder a su amor. Espero que la Congregación de la Divina Pastora no olvide jamás este día. Veo que el Hermano mayor y otros miembros asienten con la cabeza.
Caminemos cada día junto a nuestra Madre, venerándola como Reina y Señora de nuestras vidas, como Pastora nuestra, siguiendo a su Hijo Jesucristo en comunión y fraternidad con todos los cristianos, con la parroquia de pertenencia y con toda la Iglesia. Somos iglesia, somos comunidad; no somos solitarios. En este mes de octubre se está celebrando en Roma la Asamblea del Sínodo de los Obispos, sobre el tema de la «sinodalidad». Vivamos con gozo la dimensión comunitaria de nuestra fe.
Os exhorto, como cristianos, congregantes, devotos y, sobre todo, como «pastoreños», a seguir alimentando la devoción a la Madre del Buen Pastor, a vivir la fraternidad y unidad en vuestra parroquia y en la unidad pastoral que conformáis con la parroquia de El Buen Pastor.
Queridos fieles y devotos de la Virgen, queridos capuchineros, mantengamos la fe, la esperanza y la caridad que el Señor nos regaló en nuestro bautismo. Y caminemos siempre de la mano de la Divina Pastora de las Almas, para compartir con Ella la victoria de su Hijo y conseguir también la corona de gloria que Ella ya ha recibido, que no se marchita (cf. 1 Pe 5, 4). Nos espera arriba a todos; y allá volveremos a hacer fiesta de esta coronación. Amén.