La familia de Rubén y Érika lleva dos años y medio en España. Vinieron amenazados por el trabajo que él desempeñaba en la defensa de los derechos humanos de los migrantes que cruzaban hacia Estados Unidos en su país, Colombia. Aquí su historia no es solo la de una familia migrada que encuentra acogida e integración, sino que ellos mismos son motor de fraternidad universal en su participación activa en la Iglesia, principalmente en la Delegación de Migraciones, y en la sociedad, como promotores de una cooperativa de servicios llamada Comundo.
Rubén Correa explica su historia brevemente: «En febrero de 2023, la defensa de derechos humanos de personas migradas que iban desde el cono sur hasta Norteamérica y que veían vulnerados sus derechos, por hacer mi ejercicio de defensa de derechos humanos, me había abocado a ser después yo el migrante, porque junto con mi familia fuimos amenazados y tuvimos que salir de nuestro país. Llegamos a España con la esperanza de poder defender nuestra vida, nuestros derechos y ya después de dos años y medio tenemos asilo político. No es fácil empezar de nuevo y prácticamente desde cero, aunque decir cero es una injusticia, porque llegamos a una comunidad que nos acogió y es la Iglesia, que es católica, universal, que es nuestra Iglesia, la Iglesia de Latinoamérica, de Europa, de todo el mundo. Nos encontramos con los Misioneros de la Consolata, la Diócesis de Málaga, la Delegación Diocesana de Migraciones, Cáritas Diocesana de Málaga y otras entidades que nos han acogido, y gracias a ellos hemos podido caminar y hoy podemos decir que hemos pasado de la tristeza a la alegría, que nos sentimos verdaderos misioneros de esperanza».
Érika Vélez, su mujer, cuenta que desde que llegaron, hace dos años y medio, «ha sido un proceso sumamente complejo, de muchos retos. Entiendes cuando hablan de la migración, porque uno trae un montón de cosas. Pero en todo este proceso hemos crecido como familia. No sé cómo lo logran otras personas sin el norte que supone tener a Dios en el centro y el apoyo de toda una comunidad. Eso ha sido el apoyo más grande, emocionalmente, para nosotros como familia y para uno como ser individual».
Entre Rubén y Érika se encuentra Bruno, su hijo, que los mira con ternura y atención, y también quiere aportar su voz a la entrevista: «Me llamo Bruno, tengo 8 años, soy medio colombiano, medio malagueño y lo que más me gusta de España es la comida».
Su madre añade: «En este proceso de integración decidimos cambiar un poco el paradigma y llegar a ofrecer, no solo recibir. Entonces nos planteamos qué hacer, cómo crecer, cómo ser parte del sistema. Y creamos una cooperativa de trabajo asociado que se llama Comundo. En ella estamos trabajando varios migrantes y ofrecemos varios servicios, pero lo importante aquí es que estamos aportando, que somos parte del sistema y se ha convertido en una forma de dignificar nuestra vida a través del trabajo».
Comundo nació en septiembre de 2023, con la formación del Grupo Motor en la parroquia Cristo Rey de Málaga. Recibieron el respaldo de los Misioneros y Laicos de la Consolata, la Plataforma de Solidaridad con las Personas Migrantes de Málaga, la Delegación Diocesana de Migraciones de Málaga y ASPA. Según explican en su página web, «un espacio de esperanza y transformación, donde el esfuerzo colectivo de personas migrantes se convierte en oportunidades reales de empleo, integración y desarrollo». Parte del trabajo colaborativo, y ofrece servicios enfocados en brindar soluciones eficaces y apoyo integral a la comunidad: mantenimiento y limpieza, también para hostelería, acompañamiento y cuidado de personas mayores, y servicio de asesoramiento en extranjería y derechos laborales.