La Conferencia Episcopal Española comienza su proyecto #LaIglesiaen12Semanas. Hasta el mes de junio, irá mostrado en su página web y redes sociales la vida de la Iglesia que celebra y anuncia la fe (FE), evangeliza (ESPERANZA) y ejerce la caridad al servicio de las personas (CARIDAD).

Este proyecto busca, como afirman en la web de la Conferencia Episcopal Española, «mostrar la actividad de la Iglesia es mostrar la entrega de centenares de miles de personas que están detrás de cada una de las cifras que se ofrecen. Cada miembro de la comunidad cristiana aporta según sus posibilidades: unos ofrecen su tiempo, otros su oración y otros su aportación económica. Junto a ellos, los consagrados, que aportan su vida entera».

«Entre todos se hace posible que detrás de cada cifra también este el rostro de cada uno de los que encuentran en la Iglesia acompañamiento tanto espiritual como material».

1º semana. El cuidado de la vida: La Iglesia se compromete en el cuidado de cada vida desde su concepción hasta su muerte natural. En cada circunstancia de la vida, la Iglesia está para lo que haga falta: compañía, protección, atención, alimentación. Ese compromiso se manifiesta en las personas que entregan su vida para cuidar la familia y la vida. Lo hacen en centros para la defensa de la familia y de la vida; en centros para la asistencia a niños, a menores, a jóvenes, o a mujeres. En estos centros encuentran atención básica de apoyo a sus necesidades materiales y también acompañamiento humano y espiritual.

2ª semana. Educación. La Iglesia se empeña en la educación desde sus orígenes: los maestros con sus discípulos en el tiempo apostólico, las escuelas monásticas y también estuvo presente en el nacimiento de las universidades. Más cercana en el tiempo está la educación escolar de niños en situación de pobreza y abandono que encabezan carismas como los de S. José de Calasanz, S. Juan Bosco o S. Juan Bautista de La Salle. La presencia eclesial en la educación tiene una larga historia y hoy, en nuestro país, sigue realizando una importante contribución a la educación de niños, jóvenes y universitarios. Innumerables instituciones educativas, concertadas o privadas, ofrecen la mejor educación con el modelo de Jesús como referencia concreta. La Iglesia ofrece este modelo en la educación infantil, en la obligatoria, y también en la Universitaria. Alcanza la formación profesional y la educación especial. Una educación que alcanza a millones de alumnos y redunda en un beneficio para toda la sociedad. La Iglesia se empeña en la educación desde sus orígenes: los maestros con sus discípulos en el tiempo apostólico, las escuelas monásticas y también estuvo presente en el nacimiento de las universidades. Más cercana en el tiempo está la educación escolar de niños en situación de pobreza y abandono que encabezan carismas como los de S. José de Calasanz, S. Juan Bosco o S. Juan Bautista de La Salle. La presencia eclesial en la educación tiene una larga historia y hoy, en nuestro país, sigue realizando una importante contribución a la educación de niños, jóvenes y universitarios. Innumerables instituciones educativas, concertadas o privadas, ofrecen la mejor educación con el modelo de Jesús como referencia concreta. La Iglesia ofrece este modelo en la educación infantil, en la obligatoria, y también en la Universitaria. Alcanza la formación profesional y la educación especial. Una educación que alcanza a millones de alumnos y redunda en un beneficio para toda la sociedad.

3ª semana. Mayores: Los mayores son un tesoro. En cada familia y para toda la sociedad. Son un tesoro de experiencia y sabiduría, de inteligencia y también de empatía. Y tienen la facilidad de saber contar y la virtud de saber esperar. En su relación con los adultos, con los jóvenes y con los niños son un apoyo imprescindible, porque su tiempo, entregado a la escucha, al consejo, al cuidado, es un tiempo de calidad y de cantidad. Al encontrarse con los ancianos, todos escuchamos una llamada a custodiar la memoria y a reconocer, gracias a ellos, el don de pertenecer a una historia más grande. La amistad con los mayores ayuda al joven a no reducir la vida al presente y a recordar que no todo depende de sus capacidades. Además, la Iglesia quiere ensalzar el protagonismo que tienen los mayores en su actividad diaria. De hecho, buena parte de su misión en las parroquias y en otras obras eclesiales se sostiene gracias a ellos, que participan en la actividad educativa, celebrativa o caritativa de la Iglesia. También la Iglesia siente con ellos una responsabilidad. Cuando su vitalidad se agota y esta sociedad los entrega a la soledad y al descarte, la Iglesia les ofrece acogida y una experiencia de acompañamiento en todas sus circunstancias.

4ª semana. Inclusión laboral: Techo, tierra, trabajo. En estas palabras están recogidos los elementos básicos para desarrollar la dignidad humana. Uno de ellos, el trabajo, presenta en nuestro contexto dificultades graves por la situación económica que atraviesan muchas personas. El papa Francisco nos recuerda que para que la persona pueda desarrollarse en su integridad debe tener un trabajo, con un salario digno, que le permita vivir en sociedad y crear una familia cuidando y atendiendo sus necesidades. El trabajo es una necesidad vital, no solo para vivir con dignidad, sino para desarrollar la propia humanidad en su plenitud. Por ello la Iglesia ofrece, a través de innumerables entidades vinculadas a su labor, programas de inclusión laboral que permitan la capacitación de personas en situación vulnerable. Educar, formar, y acompañar son los pasos a seguir. Ya en ese proceso formativo, muchas personas recuperan la dignidad, la capacidad de relacionarse, y de plantearse objetivos vitales grandes. 

5ª semana. Sin hogar: En toda ciudad, en cada barrio, en las calles podemos encontrar personas sin hogar. Más que una opción personal, un cúmulo de circunstancias que se reflejan en problemas familiares, laborales o de salud les han llevado a una situación que nadie desea: Vivir en la calle.
Estas personas sin hogar viven desvinculadas de la sociedad, en un aislamiento que les hace invisibles y sin posibilidades de salir del círculo de la pobreza. Hay miles de personas sin hogar en toda España. Es una realidad traumática y dolorosa. Cercana pero que hacemos invisible. La Iglesia sale a su encuentro para que recuperen su vínculo con la sociedad, con el entorno, con la esperanza. Se trata de visitarlas, acompañarlas, poner a su alcance recursos, ofrecerles lugares donde ser escuchadas, compartir la vida y recibir las herramientas personales que les abran a un nuevo futuro. Se trata de poderles ofrecer recursos y habilidades que no estigmaticen sino que ponga en sus manos nuevas oportunidades. Vivir conectados nos salva, porque todas las personas, en algún momento, necesitamos de lo demás. La actividad de Cáritas y de otras instituciones eclesiales con las personas sin hogar se pone de manifiesto en centros de formación y de acogida. Se busca para ellos lo que ellos ya no piden: protección social, sanitaria y legal, para que las personas vulneradas puedan restaurar la confianza en sus posibilidades, en su esfuerzo y capacidad de superación. Toda la Iglesia, cada persona, comunidad, familia puede y debe formar parte de una red de solidaridad apoyada en el Evangelio y al servicio de las personas más desfavorecidas.