D. José Antonio Satué a las personas con discapacidad: «Sois Iglesia, la Iglesia os necesita»

Escrito el 11/11/2025

El viernes 12 de diciembre, un numeroso grupo de personas con discapacidad, sus familias, cuidadores, voluntarios y entidades que las acompañan peregrinaron a la Catedral para la celebración de su Jubileo, en este Año Santo de la Esperanza. La cita ha sido promovida por la Delegación de Catequesis, a través de su área de discapacidad, y ha estado presidida por el Obispo de Málaga, D. José Antonio Satué.

«Un encuentro de fe, comunión y esperanza» que no solo quiere hablar de acompañamiento, sino de protagonismo, de participación plena de las personas con discapacidad en la vida de nuestras comunidades. Era el objetivo de esta convocatoria jubilar en palabras de Gonzalo Martín, delegado de Catequesis, e Isa Navarro, responsable del área de discapacidad de dicha delegación diocesana.

Las personas con discapacidad fueron recibidas por el Obispo en la puerta del Patio de los Naranjos de la Catedral, para desde allí cruzar la Puerta Santa en este año jubilar. Allí se hizo lectura de un "manifiesto", en el que han afirmado: «Nos reunimos como una sola familia: diversa, única, querida por Dios. Frente a esta Catedral, nuestra Manquita, que nos recuerda que la belleza no está en la perfección externa sino en la verdad que habita dentro, proclamamos que todos —sin excepción— formamos el cuerpo de Cristo. Hoy alzamos la voz para decir que la discapacidad nunca es carencia ante Dios, sino camino de gracia, signo luminoso, presencia que transforma. Somos comunidad donde cada persona —con sus talentos, sus límites, sus sueños, sus luchas y su alegría— es un regalo para la Iglesia y para el mundo. Nos disponemos a cruzar la Puerta de la Misericordia sabiendo que Cristo nos precede y nos reúne. Él, que en el cartel aparece rodeado de personas con discapacidad, nos recuerda que en su corazón hay espacio para todos, especialmente para quienes han sido ignorados, infravalorados o apartados. Por eso hoy queremos decir sí: Sí a una Iglesia que abraza. Sí a una Iglesia que escucha. Sí a una Iglesia que pone en el centro a los pequeños y a los frágiles. Sí a una Iglesia donde cada vida es digna, necesaria y llena de esperanza. Con alegría y con fuerza, con gratitud y esperanza, proclamamos: Somos parte viva de la Iglesia. Somos riqueza para ella. Somos comunidad. Somos hijos amados del Padre, unidos en la alegría de Jesús».

GESTOS Y TESTIMONIOS

La celebración estuvo llena de gestos y testimonios protagonizados por quienes ganaban el jubileo en esta ocasión. Entre los participantes han acudido personas con distintas necesidades especiales, como Saray, ciega, que ha cantado el salmo compartiendo con todos los presentes lo feliz que le hace cantar. También Juan Manuel de quince años de edad, ciego de nacimiento, pero que, ha afirmado, «participo en todas las cosas de la Iglesia, porque ser ciego no me impide creer en Jesús». Juan Manuel, al saludar al obispo al concluir al Eucaristía, se ha ofrecido a colaborar en todo lo que se le pida. Otra de las personas que ha dado su testimonio en este Jubileo ha sido Mari Carmen Martell, de MIES, quien perdió las dos piernas y dedos de la mano tras sufrir una septicemia de regreso de la misión en África. También Miguel Ángel, con TEA, y su madre, Sonia, y Cristina, con ELA, que leyó la primera lectura. Ellos son solo algunos de los rostros que han dado visibilidad a esta realidad, que es sujeto de la evangelización en la diócesis de Málaga, pero han sido muchos más, entre ellos miembros de FRATER, movimiento para personas con discapacidad dentro de la Iglesia, y el grupo de la pastoral de personas ciegas y sordo-ciegas, que estuvo acompañando e interpretando la celebración para las personas con discapacidad auditiva.

En su homilía, el obispo de Málaga, D. José Antonio Satué, ha dirigido a los presentes palabras llenas de esperanza, centrándose en tres realidades: futuro, misión y alegría. «En este tiempo de Adviento, cuando nos estamos preparando para la Navidad, se nos invita a acoger al Señor, que viene, para que podamos afrontar ese futuro de su mano. Es verdad que a veces la sociedad y la propia Iglesia no toma en consideración a las personas con discapacidad. Es verdad. Y en ese sentido, tenemos que pedir que lo hagan. Pero Jesús, Cristo mismo, está cerca de cada persona», ha dicho. Respecto a la misión, Mons. Satué ha apuntado: «Vosotros y vosotras que tenéis alguna discapacidad sois testigos de que la vida no se mide por la fuerza física, ni por la ausencia de dificultades, sino por la capacidad de amar y dejarse amar. Tenéis una misión, cada uno de vosotros. Con vuestra sonrisa, con vuestra palabra, con vuestra oración, con vuestra vida, podéis dar frutos -dais frutos- que alimentan, que dan sombra a tantas personas que viven sofocadas». Y el último concepto referido en su homilía, la alegría, le ha llevado a decir: «La alegría no es un sueño ingenuo, sino que nace de la certeza de que Dios nos ama y que cada uno de nosotros podemos trasmitir su amor con nuestra vida entregada a los demás. Mantengamos viva la esperanza que nos sostiene y nos impulsa a seguir adelante, así seremos una comunidad que acoge, celebra y testimonio que el Señor está cerca».

D. José Antonio ha afirmado: «Sois Iglesia, la Iglesia os necesita. Sois parte del cuerpo de Cristo. Sin vosotros la comunidad estaría incompleta. Estaba pensando mientras os escuchaba cantar y leer las lecturas, ¡qué bonito sería que en las celebraciones importantes de la Catedral siempre participara alguna persona con discapacidad! Porque esa es la Iglesia, la Iglesia que tantas veces el papa Francisco dijo, en la que tienen que caber todos, todos, todos».

En la oración de los fieles, se ha tenido especialmente presente la oración por la Iglesia, «para que sea cada vez más inclusiva, acogedora y valiente en reconocer el valor de todas las personas, especialmente las que viven con alguna discapacidad». También se ha pedido por las familias que acompañan cada día a personas con discapacidad, para que encuentren apoyo, descanso, ternura y comunidades que caminen con ellas; por quienes viven su discapacidad en soledad, incomprensión o pobreza, para que nadie quede atrás y descubran en la Iglesia un hogar, y por las instituciones, asociaciones, voluntarios y profesionales, además de por todos los presentes y sus necesidades.

En la acción de gracias, se ha terminado con esta oración:

Señor Jesús, te damos gracias en este día de jubileo.
Gracias por cada persona con discapacidad que forma parte de tu Iglesia:
por su alegría sencilla, su fortaleza silenciosa, su paciencia,
su ternura y su capacidad de enseñarnos a mirar como Tú miras.
Gracias por recordarnos que la fragilidad no es un obstáculo,
sino un lugar donde tu amor se hace más visible.
Gracias por las familias que acompañan cada día,
por los profesionales y voluntarios,
por las comunidades que se dejan transformar al descubrir en cada vida un tesoro.
Te pedimos que este encuentro no sea solo un día, sino un comienzo:
que tu Iglesia en Málaga aprenda a caminar más unida,
más abierta, más humana y más parecida a Ti.
Haznos sentir que nadie queda fuera, que nadie sobra,
que todos somos necesarios en tu mesa y en tu corazón.
Amén.

EMOCIÓN ENTRE LOS ORGANIZADORES

El delegado de Catequesis, Gonzalo Martín, afirma que esta iniciativa, que partía del Área de Discapacidad de la Delegación de Catequesis, siempre atenta a las necesidades y anhelos de las personas con discapacidad, ha conseguido congregar, a pesar de la amenaza de lluvia, a un centenar de personas, y sus testimonios «han logrado emocionar al Obispo, quien les ha invitado especialmente a participar en la clausura jubilar, el 28 de diciembre, en la Catedral». Martín afirma que, para él, «ha sido el último jubileo multitudinario que probablemente viva en esta ocasión, pero en el que he visto la presencia de Dios de forma más patente».

Estaban invitados todas las asociaciones, entidades, familias, comunidades que acompañan, que defienden y que promueven los derechos de las personas con discapacidad. En palabras del delegado, se ha tratado de un encuentro «de fe, de comunión, de esperanza, en el que deseamos reconocer y agradecer el valor y la presencia de tantas personas cuya vida nos revela de modo luminoso el amor de Dios».

En Roma, el Jubileo de las personas con discapacidad tuvo lugar en abril. De él rescata Gonzalo Martín «que nadie está "discapacitado" para acoger y anunciar el amor de Dios, y que cada persona posee una dignidad propia, inviolable y única, y que es un regalo imprescindible para la Iglesia y para la sociedad. No hablamos sólo de acompañamiento, hablamos de protagonismo, la participación plena de las personas con discapacidad en la vida de nuestras comunidades no es un gesto de caridad, sino que es un acto de justicia y de reconocimiento. Y así queremos que este Jubileo de la Discapacidad nos ayude a reavivar la esperanza que nace de Jesús, que no excluye a nadie de su mesa; a abrir espacios donde cada persona pueda participar de forma activa compartiendo sus talentos, su misión evangelizadora; a derribar barreras visibles e invisibles y que, sin dificultades, se haga y se cumpla la inclusión real, reconocer que la fuerza de la Iglesia no proviene de la autosuficiencia, sino de la humildad, de la debilidad compartida y sostenida en Dios. También, el recordar que el mayor milagro no es la curación física, sino la transformación del corazón por la fe y ese amor recibido y ofrecido». Por eso, lanza el siguiente mensaje: «Este jubileo es vuestro, para celebrar la vida y para hacer visible que todos somos necesarios en esta Iglesia, cuerpo de Cristo».