Homilía de Mons. Jesús Catalá en la Eucaristía celebrada el 3 de agosto en la Casa Diocesana con motivo de la Asamblea Nacional de las Comunidades de Vida Cristiana (CVX)

ASAMBLEA NACIONAL DE LAS COMUNIDADES DE VIDA CRISTIANA (CVX)

(Casa Diocesana-Málaga, 3 agosto 2024)

Lecturas: Jr 26, 11-16.24; Sal 68, 15-16.30-31.33-34; Mt 14, 1-12.

1.- Profecía de Jeremías contra el templo y la ciudad

Las lecturas de hoy nos presentan a dos profetas: Jeremías y Juan el Bautista; uno pertenece al Antiguo Testamento y el otro se encuentra en el gozne de ambos Testamentos, a quien Jesús alaba.

En el caso de Jeremías, los sacerdotes y los profetas acusaron a Jeremías ante los magistrados por haber profetizado contra la ciudad (cf. Jr 26, 11), pidiendo la pena de muerte.

Jeremías se defendió diciendo que el Señor le había enviado a profetizar contra el templo y la ciudad (cf. Jr 26, 12). 

Hemos de revisar si nosotros, los cristianos de hoy, somos capaces de anunciar la Palabra de Dios, que delata las conductas equivocadas en nuestra sociedad, las ideologías contrarias a la fe y la mentalidad pagana. 

2.- Exhortación a cambiar de conducta

Jeremías, aparte de pasar por el trance de la acusación a muerte, exhorta al pueblo a cambiar de conducta: «Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones y escucháis la voz del Señor vuestro Dios, el Señor se arrepentirá de la amenaza que ha pronunciado contra vosotros» (Jr 26, 13). Anuncia una buena noticia; y no solo calamidades.

Por su parte Jeremías acepta lo que puedan hacer con él; pero les advierte: «Si me matáis, os haréis responsables de sangre inocente, que caerá sobre vosotros, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes» (Jr 26, 15).

El profeta insiste en que ha sido enviado por Dios para anunciar su mensaje (cf. Jr 26, 15). Finalmente, los magistrados reconocen que Jeremías no es reo de muerte, porque ha hablado en nombre de Dios (cf. Jr 26, 16). 

3.- Somos profetas enviados

Vuestra Asamblea tiene como lema “Os envío”, tomado del envío que Jesús hace a sus apóstoles: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20, 21). 

Somos enviados por Jesús, para proclamar el evangelio de la vida, el evangelio de la libertad, para proclamar a la Persona de Jesús; porque lo que se anuncia no son cosas, sino a Jesucristo, que murió por nosotros y resucitó. Éste es el núcleo del kerigma cristiano.

Delante del altar hay dos signos, que explican el lema. Uno es el mandato de Jesús: “Os envío”. El otro signo es un poste con unos indicadores de dirección, que no tienen nombre y están orientados en varias direcciones.

¿Dónde nos envía el Señor? A cada uno nos envía a una misión y a un sitio concreto. Los indicadores no dicen el lugar ni la tarea; eso tiene que descubrirlo cada uno de nosotros a la escucha del Espíritu. Es importante discernir y seguir la voluntad de Dios, descubriendo dónde me envía y a quienes soy enviado.

El denominador común es que estamos todos en la misma sociedad cuasi-pagana, que rechaza a Dios. Naturalmente, siempre hay un resto, que es fiel al Señor, como en la oración de Abraham (cf. Gn 18, 23-32).

4.- La Iglesia profética es siempre perseguida

Podemos ver un ejemplo muy reciente en la actitud burlesca de algunas escenas de la Apertura de los Juegos Olímpicos en Paris-2024. Son escenas de escarnio y burla contra el cristianismo, faltando el respeto a los sentimientos religiosos de los cristianos de todo el mundo, sobre todo la escena representando una parodia de la Última Cena de Jesucristo con sus apóstoles. 

Lamentamos profundamente este hecho, que indica menosprecio por la religión cristiana. ¿Por qué es atacada la religión cristiana? Existe actualmente en varias naciones una persecución contra los cristianos. 

Se ataca al cristianismo, precisamente, porque defiende valores que la sociedad rechaza; porque es la religión que respeta la vida del ser humano desde el nacimiento hasta la muerte natural, sin violencia; la que promueve la verdadera libertad recibida de su Fundador, Jesucristo, el hombre más libre por ser Dios; la que ha realizado secularmente obras excelentes de gran belleza y armonía; la que vive la fraternidad humana universal; la que promueve el verdadero amor y la libertad auténtica; la que respeta las culturas, enriqueciéndolas, y los credos religiosos, las etnias y razas. Y precisamente por esto es la religión más atacada en todo el mundo. 

Cuando sucedan estas cosas, sería bueno que hiciéramos un “acto de reparación” por lo ocurrido, rezando también por las personas que persiguen a la Iglesia, para que el Señor Jesucristo ilumine sus mentes y mueva su corazón hacia la verdad, la bondad, la libertad y el amor, que son atributos propios de Dios. 

5.- Juan el Bautista ofreció su vida por anunciar la verdad

En el evangelio hemos escuchado la narración en la que el rey Herodes manda decapitar a Juan por motivo de Herodías, con quien convivía en concubinato al ser la mujer de su hermano Filipo (cf. Mt 14, 3-4). 

Juan Bautista murió por ser fiel a la misión que Dios le había confiado de anunciar la verdad y el respeto a la moral, a lo bueno, a lo bello.

Pedimos en esta Eucaristía para que tengamos el gozo y la valentía de decir el mensaje que Dios quiere que anunciemos a la sociedad. A unos los amenazarán sin matarlos; y a otros lo matarán; pero lo importante es ser fiel al Señor. 

El cristianismo se ha caracterizado siempre desde sus inicios por sus mártires; y el papa Juan Pablo II decía que en el siglo XX hubo más mártires que los siglos anteriores. Aunque estamos en otros tiempos, las actitudes son como los que denunciaron a Jeremías; y también estamos como en tiempos de Herodes, donde sigue habiendo gente que ataca a los cristianos, haciéndolos mártires.

Con alegría, ilusión y coherencia, seamos fieles a la misión que el Señor confía a cada cual.

Y le pedimos a la Virgen María que nos acompañe en el testimonio de fe y en la fidelidad a la misión recibida. Amén.